jueves, 27 de noviembre de 2014

Opinión bajo la mole



Aida Avella y Clara López van por la Presidencia de Colombia.



Aida y Clara
 

No creo en la paz de Santos, la de los sepulcros, la de los falsos positivos, la de las multinacionales que explotan tranquilas la riqueza patria y la dignidad de la gente; detesto el fascismo que se esconde tras Zuluaga, ese que creó el paramilitarismo, vive del narco y hace de la muerte la fuente principal de sus riquezas; no creo en Martha Lucía Ramírez, porque con ella están los dueños de la tierra, los latifundistas milenarios que unidos a la iglesia han deshonrado la grandeza patria; no creo en Peñaloza, por pusilánime, porque al final no hay nada serio que lo diferencie ni de Santos ni de Uribe. Creo en Aida Avella, creo en la Esperanza, creo en su valentía y en su coherencia; creo en Clara López, porque ha aprendido de los errores, porque supo superar a buena hora el dogmatismo que la tenía secuestrada en su despacho de Teusaquillo y se la jugó por las calles, las plazas y la gente del común, la carne y el hueso de un país que quiere decencia, dignidad, democracia real, honestidad y paz verdadera. 


Si algún colombiano quiere agua, territorios, naturaleza viva, pero  vota por Santos, habrá decidido por la muerte y la desolación; si alguien quiere tranquilidad, trabajo decente, prosperidad, pero vota por Zuluaga o por Ramírez, habrá decidido por la miseria, por el atraso, por el hambre. Si alguien quiere cambios, pero vota por Peñaloza, habrá decidido aplazar la oportunidad de las trasformaciones. Yo quiero agua, parques, bosques, selvas, vida, empleo decente, trabajo honesto, pan en nuestra mesa, cambios de fondo, paz duradera, por esa razón Voto por Clara, voto por Aida. 

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